Por un momento sintió miedo. Pero se
subió la sábana hasta el cuello. Al fin y al cabo, todo era
imaginario, nada era real. Solo en los cuentos de hadas las personas
tenían que ser valientes y dar la vida por los demás. Aquello no
ocurría en la Dinamarca verdadera. Sí, los soldados estaban ahí;
era cierto. Y los valientes líderes de la Resistencia, que a veces
perdían la vida; también era cierto. ¿Y la gente como los Rosen o
los Johansen? Tuvo que admitir, revolviéndose intranquila en el
silencio de la oscuridad, que tenía suerte de ser una persona normal
, a quien nuca se le pediría que tuviese valor.
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